¿Clásicos chicos?

[Por: Fracchia]...
Tal vez será exagerado, e incluso impensado para algunos, escribir o leer unas cuantas líneas acerca de aquellos partidos de fútbol, que pueden ser o no televisados de acuerdo a los espacios del CDF en la actualidad, de equipos de provincia y que generan tanta expectativa en las ciudades en donde se juegan. Que se transforman en verdaderos campos de batallas, donde se crean ambientes únicos que hacen que aquel día, y en especial la hora del juego, se paralice casi completamente la ciudad.
Si nos gusta el fútbol, casi por obviedad ponemos atención cuando se enfrentan rivales de provincias cercanas y cuyas características y fanaticadas hacen de los encuentros verdaderos clásicos. No todos le prestan la atención que debieran tener tales partidos, sólo es cuestión de prender el televisor a la hora de ver los noticiarios y apreciar la escasa o nula cobertura hecha en las secciones de deportes, o bien, de los mismos programas deportivos realizados por cada estación que ignoran casi por completo estos cotejos.
Existen clásicos en muchos lugares a lo largo del territorio, cada uno con historias de rivalidad, triunfos y derrotas, con momentos de dolor y angustias, en donde la pasión mueve a miles al estadio, o bien, haciendo lo necesario para acompañar a sus equipos por el medio que sea.
Si hablamos de clásicos chicos con historia, y que en verdad son grandes clásicos, imposible no pronunciar palabras para aquellos entre Santiago Wanderers de Valparaíso y Everton de Viña del Mar. Ambos elencos en el plano amateur se enfrentaban en el marco de la Primera División de la Liga de Valparaíso, pues ambas escuadras eran de cerros, Playa Ancha y Placeres respectivamente, aunque los clásicos en aquella época eran protagonizados por el Decano y Deportivo La Cruz. Luego, el Ever Forever se traslada e instala definitivamente en la ciudad de Viña del Mar, poseyendo, entonces, las dos ciudades más importantes de la Región su propio equipo a partir de 1943, y transformándose al año posterior, ya en la etapa profesional del balón pie nacional, en el clásico más importante de la zona.
Hecho no menor, es que este clásico, desde aquel entonces, ya abarcaba muchas más cosas que una simple rivalidad entre ciudades, disputa orientada principalmente a su configuración de centros turísticos y económico-políticos, que tienen que ver más con la cultura diferenciadora de cada ciudad, manifestada principalmente en la idiosincrasia de su gente, y, en el plano del deporte más hermoso del mundo, en el fanatismo de su hinchada.
Tal es la atracción que generan ambos equipos, que no es de extrañar que personas del interior de la quinta región se representen con uno u otro elenco, que las expectativas generadas, no sólo antes de cada encuentro, sino que constantemente, sean tema en las emisoras radiales y medios escritos locales, sin importar muchas veces las diferencias en la tabla de posiciones o si están en una misma división. Más allá de los clichés y lugares comunes, estos clásicos son clásicos, sin importar los momentos, estadísticas, bajas, ni contrataciones.
En lo futbolístico, cómo no recordar el partido de la pre-sudamericana del 2004 en donde, jugando de local, Everton cae inapelablemente ante su archirrival por 2-5, aunque estadísticamente el equipo viñamarino posee una paternidad sobre el Decano en partidos oficiales. Por esos encuentros han pasado grandes futbolistas, recordando incluso que la zona, y en particular ambos elencos, ha sido cuna o paso importante de grandes jugadores como Don Elías, Mario Véner, Vicente Cantatore (del glorioso equipo de los Panzers del 68), Fernando Campos y David Pizarro por Wanderers; Domingo Sorace, Daniel Escudero y Meléndez por Everton. Uno que ha jugado y marcado por ambas escuadras es Jaime “Liebre” Riveros, que con su exquisita pegada ha demostrado ser un especialista con la pelota detenida, logrando además un record jugando por los caturros en el 2004 al marcar goles en 15 fechas consecutivas, posibilitando además la obtención del campeonato de aquel año, siendo también, tiempo después, (apertura-2008) campeón y figura en el Everton de Nelson Acosta.
Suele ser común que las alegrías de unos sean la tristeza de otros. Lo que realmente llama la atención es que los instantes de gloria son el momento predilecto para hacer alarde ante sus archirrivales, cosa que incendia aún más los ambientes entre ambas parcialidades. Así sucedió con ambos títulos mencionados. Pero, ¿clásico chico?...creo que quienes definen así este tipo de pleitos no saben mucho de fútbol, y tampoco han logrado dimensionar el real alcance, la pasión, el jolgorio, no han sentido los estruendos de los petardos provenientes de las gradas, los cánticos al compás del bombo, el aliento permanente del jugador número 12 y el coraje, empuje y habilidad de los 22 actores en un terreno de juego.
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