Clubes Sociales y Deportivos.

Por Fracchia...
La asociación más directa que se hace de ellos, es principalmente a aquellos de carácter más cercano, los que están en los barrios, cerca de nuestros hogares, e incluso en ocasiones nos encontramos con más de uno en el sector. Han sido el primer contacto con el espacio deportivo de parte de muchos grandes futbolistas, sin embargo, en realidad ¿qué esconden estos clubes sociales y deportivos? ¿Como los vemos normalmente? ¿Han sido siempre iguales?
Difícilmente se puede entender el real alcance de estos clubes, pero vamos al génesis. Los Clubes Sociales y Deportivos fueron concebidos en sus inicios como grandes corporaciones que apuntaban al desarrollo de diversas actividades deportivas, pero además tenían la gracia de configurarse como centros de reunión social, donde cada día acudían personas interesadas en desarrollar esas u otras actividades, o bien, acudían a la sede central con el único objetivo de compartir con cercanos. Tales instituciones se fueron configurando como el centro neurálgico de reunión, donde la concentración de personas respondía más a la heterogeneidad que identificaba a un determinado barrio, traspasando cualquier límite de lo laboral, familiar o posición económica. Cada socio tenía su visión acerca del club y la posibilidad de expresarla a través de la existencia de la libre opinión, traduciéndose en el acto de votar cuando la situación se suscitaba.
Era el lugar de encuentro social más valorado y querido, donde se creaban historias de diversas índoles, cada encuentro, festejo, premiación o reunión era única, tenía cosas distintas y eran bien valoradas por los socios y el entorno cercano. Los quermes eran la herramienta más utilizada para reunir fondos extras cuando las cuotas de los socios no alcanzaban para cubrir los gastos del club, aunque también muchas veces fue creado como un espacio para la distracción y goce de socios e invitados.
No cabe duda de que existe un apego emocional a estos clubes, que en ocasiones escapa de toda racionalidad. La gente iba a estos lugares a juntarse con otros, a compartir con sus amistades, algunos acudían casi por inercia al club, otros dejaban espacios en sus agendas para darse una vuelta por el lugar. Muchos clubes, a través de sus disciplinas y el mismo sistema de organización, propiciaban fuentes laborales, donde los empleados también eran socios, e incluso en algunos casos, y durante sus años de mayor apogeo, se incursionó en la fabricación de objetos. En estos lugares mucha gente fue feliz y se sentía única e importante. Todo problema fuera del club quedaba ahí, porque en ese espacio cada persona experimentaba un sinfín de sentimientos, y todo eso hacía que aquella situación no fuese simplemente “otra cosa más en la vida”.
Pertenecer a un club social y deportivo lo era todo, aún más cuando se le nombraba a uno como socio vitalicio. Esa experiencia de sentirse parte fue lo que marcó fuertemente este tipo de organismos. Además, hay que considerar que muchos clubes sociales y deportivos excedían sus límites geográficos y culturales, teniendo simpatizantes externos e integrando a personas de otras zonas.
Ahora bien, hay que entender que tales clubes se complejizan aún más cuando lo material ha traspasado las fronteras, ocupando incluso aquellos espacios tan singulares, transformándolos. Lugares que en su momento fueron únicos, en donde cada semana se vibraba con cada hecho que envolvía al club y en donde los grupos de socios decidían abierta y simétricamente los destinos de su organización.
¿Seguirán siendo todas las instituciones, concebidas en sus inicios como clubes sociales y deportivos, aún clubes con esas características? Claramente es algo impensado.
Tal afirmación es una realidad, y para hacer la respuesta más asertiva miremos el caso de Colo-Colo. Concebido como un club social y deportivo, creado por un grupo de descolgados de Deportes Magallanes y cuya disciplina única, aunque se fue ampliando a lo largo de los años, fue el fútbol, donde ser socio era una gran responsabilidad, porque pasaban por ellos las decisiones trascendentes de la organización, siendo un orgullo y el anhelo de muchas generaciones el pertenecer a él. Aquel acto de creación y consolidación se hizo bajo un costo no menor, hubo sudor y lágrimas, pero también alegrías y júbilo, existiendo quienes dedicaron toda una vida a la institución. Ejemplos hay muchos, pero eso ya pasó, y los que fueron momentos de gloria, ya no existen. Ahora tales clubes son sólo recuerdos y las decisiones son espacios para pocos, donde la disciplina deportiva casi única es el fútbol, y digo casi única porque prefiero pensar que existen aún lugares en donde se practican otro tipo de actividades.
Las grandes organizaciones deportivas y sociales dejaron de ser tales, atrás quedaron esos momentos y espacios de reunión social, ahora se han transformado en un simple negocio, donde los beneficiados son pocos. Las reuniones de socios son para tomar decisiones parciales y no se asemejan en nada a las de antaño, son encuentros impersonalizados y responden más a las necesidades que surgen de la contingencia. De los clubes sociales y deportivos que aún existen, muchos lo son sólo de un modo figurativo y nominativo, pues han perdido sus características esenciales y su carácter de corporación, por lo que ya nada es lo que era.
Una visión llena de complejidades y que representa a través de hechos concretos la situación de estas organizaciones, mirándolas claramente de un modo transversal, es la película dirigida por Juan José Campanella y protagonizada por Ricardo Darín: “Luna de Avellaneda”. Esta nos invita a ver los Clubes Sociales y Deportivos desde este punto nostálgico, que se enclava en lo profundo de quienes miran con recelo aquellos años, y que tiene relación con los cambios que han sufrido. Lo que intenta el film, es llegar a las fibras de quienes valoran esas organizaciones, e invita a ser parte del sentimiento colectivo de sus protagonistas por salvaguardar los intereses del club y de las antiguas generaciones.
Es la historia de un emblemático club de un barrio en la Argentina, que ha vivido, en el pasado, una época de esplendor y que en la actualidad se encuentra inmerso en una crisis que pone en peligro su existencia. Aquí se muestra como han cambiado los clubes sociales y deportivos y cómo han sucumbido a los intereses de la banca, de una manera particular y tal como sucede en algunos de los casos de clubes chilenos...
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